La vida que nos ha tocado vivir en el siglo XXI, si por algo se caracteriza es por la rapidez con la que todo sucede, la velocidad a la que todo cambia. Y también por cómo pequeños o grandes cambios, tienen enseguida repercusión o impacto en zonas lejanas o ajenas a donde estos cambios se han producido. El otrora “efecto mariposa” ha devenido en “efecto nuclear”.
Si antes un acontecimiento importante necesitaba meses e incluso años para tener influencia en el otro lado del mundo, hoy en día un suceso insignificante puede influir de manera casi instantánea en los cuatro puntos cardinales del planeta. La globalización que ha generado la tecnología de la comunicación (internet, 5g, wifi, satélites,…) hace que todo esté las 24 horas del día a nuestra disposición a través de las innumerables pantallas que nos acompañan.
La ciencia no se ha sustraído a este fenómeno y eso tiene un lado bueno y otro no tan bueno. La parte positiva es que avances clínicos o tecnológicos que suceden en cualquier país, llegan prácticamente en tiempo real al resto del mundo científico, y por ende a los pacientes. Muchos lugares que dependían de la asistencia a congresos lejanos o del acceso a publicaciones internacionales no siempre accesibles económicamente, se ven ahora ampliamente beneficiados por este extraordinario flujo de información.
La parte negativa, desde nuestro humilde punto de vista engloba tres aspectos.
El primero es la ausencia parcial o total de “filtros” para toda esta información. Si bien las revistas de prestigio mantienen su consejo editor que revisa cada una de las publicaciones, hay una cantidad ingente de supuestas verdades que, a través de las redes sociales, los podcast, las newsletters, etc., impactan sobre los jóvenes de todo el mundo que no siempre tienen la experiencia y el sentido crítico necesario para diferenciar lo que es correcto de lo que no. Y es imparable. Sólo podemos aconsejar a todos los docentes que vigilen su entorno cercano y ayuden a sus estudiantes a diferenciar el grano de la paja en la medida de lo posible. Así, mediante la suma de muchos pequeños esfuerzos, colectivamente podemos acabar haciendo mucho.