William Robert Proffit falleció el 30 de septiembre en su ciudad na 
tal, Chapel Hill, estado de Carolina del Norte, donde está su Universi-
dad. Conocí al Profesor Proffit en 1982, siendo estudiante de ortodoncia
en Harvard. Desde el primer momento fui un gran admirador suyo, no
solo por sus publicaciones, sino por la manera de afrontar las preguntas.
Aceptaba cualquier pregunta o sugerencia por muy disparatada que fuera
respondiendo de la forma más científica, siempre sin humillar a nadie,
aun cuando la pregunta era inapropiada, pero no aceptando axiomas sin
fundamento. Mi entusiasmo me llevo a visitarle en 1986 en Chapel Hill,
donde comprobé que siendo jefe de departamento hacía las investigacio-
nes el mismo, estudiando la fuerza de erupción del incisivo de un conejo
y al mismo tiempo era clínico, con clínica privada de ortodoncia dentro
de la misma Universidad. A lo largo de los años he mantenido el contacto
personal y profesional a través de emails ocasionales.
El genio Bill Proffit empezó a gestarse por la gran influencia de su madre Edna, profesora jefa del departamento de química en Campbell College, Bouies Creek, Carolina del Norte. Su padre Glenn era supervisor-director de escuelas en el condado del distrito de Harnet, Carolina del Norte, encargado de 28 escuelas y 20.000 estudiantes. Cuando era adolescente recibió tratamiento de ortodoncia por el Dr. Baker, y le atrajo la profesión. Edna quería que su hijo estudiase medicina, pues ella después de haber sido aceptada en medicina, no pudo empezarla por motivos económicos. Tras negociaciones con su madre aceptó el ingreso en odontología en la Universidad de Carolina del Norte, siempre que hiciese un PhD en fisiología como ciencia básica. Terminada odontología, fue aceptado en uno de los programas de ortodoncia con mejor reputación, Universidad de Washington en Seattle bajo la dirección de Alton Moore. Terminado su máster en ortodoncia se incorporó como investigador en el National Institute of Health (NIH), pasando a continuación a crear el departamento de ortodoncia en la Universidad Kentucky. De 1973 a 1975 fue jefe de departamento en la universidad de Florida en Gainesville, para volver finalmente a su Alma Mater la Universidad de Carolina del Norte como chairman y profesor desde 1975 hasta 2001, en que paso a una posición de consultor W. R. Kenan Profesor, distinción honorifica que le dio la Universidad hasta su muerte. Uno de sus mayores logros fue la renovación continua de un Grant del NIH durante 30 años sobre deformidades dentofaciales y ortognática, él más duradero que ha dado en toda su historia NIDR, y como resultado, dos libros de texto sobre deformidades dentofaciales. El Profesor Proffit ha sido académico, investigador, clínico y maestro de maestros. Lo que en principio parecía que iba solo a enseñar a ortodoncistas locales de Carolina del Norte, se convirtió en un colegio invisible internacional con influencia por todo EE. UU., y más tarde el mundo.
Su producción científica en PubMed, 256 artículos y más de 35 capítulos en libros contribuyo a nuestra especialidad, pero su gran influencia mundial ha venido por lo bien redactado que están sus libros «Ortodoncia contemporánea» (libro de texto más usado en el mundo, traducido a 12 idiomas, en unos meses tendremos la 6º edición) y ortognática
(Surgical Orthodontic treatment en 1991 y Contemporary treatment of dentofacial deformity en 2003). Sus libros dieron a la ortodoncia un enfoque científico y al mismo tiempo
desvelan a un clínico curioso, inquieto e insatisfecho con las respuestas que sabemos en cada momento. A él le debemos su explicación de forma gráfica de los límites de la ortodoncia, ortopedia y las posibilidades de ortognática, el famoso «The envelope of Discrepancy», así como su desafío a la teoría del equilibrio de fuerzas. Tenía opinión sobre todos los temas y su punto de vista era muy particular.
Alcanzó los máximos honores de nuestra especialidad, ADA le concedió en 1994, el Norton Ross Award. The American Board of Orthodontists le reconocio con su máximo galardón, Albert H. Ketchum Award en 2005 y, en 2017 fue invitado a dar la conferencia inaugural de la American Association of Orthodontics «Lifetime Achievement Award in Orthodontic Research».
Al final, convenció a su madre Edna que la ortodoncia era suficientemente importante para contribuir a la humanidad. Su vida personal también fue un éxito, fue un devoto marido casado con Sara durante 65 años, con 3 hijos, Lola, Ed y Glen, 8 nietos y 9 biznietos, a cuál mejor. Todos aficionados a la música. En su tiempo libre cultivaba Amarilis y Azaleas, pasión
heredada de su tía Lola, plantas que regalaba a sus amigos en Navidad. Su deporte
era el tenis y viajaba con frecuencia a Perth, Australia donde al mismo tiempo enseñaba ortodoncia, su segunda familia, su segundo amor.
No lo olvidaremos. Sus enseñanzas quedaran en nosotros.

Vicente Hernandez-Soler
con la ayuda de
James Ackerman

Ortodoncia Española

Editorial

William Robert Proffit