Queridos amigos:
Dentro de 3 años se celebra el cincuentenario de la creación de la Sociedad Española de Ortodoncia (SEDO). Finalizará 1 año después el período para el que he sido elegido como presidente de esta Sociedad. Durante el mismo deseo poder llevar a cabo una tarea basada en ciertas reflexiones que me gustaría poder compartir con vosotros. Sé que es habitual cuando alguien inicia un período de responsabilidad institucional advertir que coincide con un momento de transición en la comunidad que dirige. Creo, con sinceridad, que en este caso no es sólo un tópico. La profesión ortodóncica española se ve actualmente inmersa en una situación en la que debe resolver una serie de problemas: la creación de la especialidad, la coexistencia con otras áreas odontológicas, la necesidad de objetivos de trabajo digno para los nuevos ortodoncistas, la integración de los tratamientos en un nuevo paradigma terapéutico, la relación con la ciencia aplicada, tanto en comunicación como en biotecnología, asumiendo asimismo sus aspectos comerciales, los nuevos horizontes de influencia laboral, la definición, estructura y capacitación de la formación ortodóncica, entre otros. Algunos de ellos los compartimos con otros países de nuestra área de personalidad y tendrán soluciones de un rango más general. Otros nos son propios y, por tanto, exigirán esfuerzos más específicos. También la SEDO, como representación científica y social de la disciplina ortodóncica, se ve enfrentada a problemas, algunos de los cuales pueden esperar menos que otros a ser resueltos: la superación de desencuentros institucionales, la recuperación del lugar de preeminencia que por antigüedad y capacidad le corresponde, la colaboración con sociedades científicas y profesionales, la mayor integración y participación activa de la institución y de sus miembros en foros asociativos europeos y extracomunitarios, la definición ante la existencia de la especialidad ortodóncica, la actualización de las categorías de los miembros, la dinamización y control de nuestras reuniones, la potenciación de nuestra vía de comunicación, que es esta revista desde la que ahora me dirijo a vosotros.
No deseo ocupar demasiado espacio en lo que no pretende ser más que un saludo editorial. Más adelante encontraré vías para informaros más ampliamente de todo aquello que se vaya realizando, de lo que se pretende realizar e incluso de lo que son sólo ideas para ser debatidas en el seno de toda la Sociedad. Ciertas líneas directrices están claras, tanto para mí como para la Junta Directiva que me acompaña. Creemos que hay que superar definitivamente el conflicto con el Consejo de Colegios, pues es una institución que también a nosotros representa y a nosotros también se debe. Si existe algún criterio de opinión no coincidente con la mayoría de los que son nuestros compañeros de profesión odontológica no será ni el primero ni el último que afecta a las diversas disciplinas que en su seno conviven. Debemos, pues, coexistir aún en la disparidad particular, pues son muchos los objetivos que nos unen. Si en algo discrepamos, como es la existencia de las especialidades, nuestra obligación es intentar convencer a nuestros compañeros de que no las concebimos como una necesidad corporativa o excluyente, sino como la asunción de una realidad dentro de la tendencia europea en la que nos incardinamos. Esa tendencia no excluye a ningún titulado odontológico para cualquier ejercicio. Sólo crea canales de una mayor capacitación para aquellos que han dedicado un esfuerzo reglado para una formación más específica.
Creemos que la SEDO debe promover una participación más activa, tanto como institución como a nivel de sus miembros, en la EOS y en otras sociedades de rango similar. La reunión mundial a celebrar en París en el año 2005, coincidiendo con mi despedida como presidente de esta Sociedad, será un foro en el que exponer nuestro peso científico y profesional. Asimismo pensamos que debemos llevar a cabo continuadamente actividades conjuntas con otras sociedades científicas. También la Universidad debe ser objeto de nuestro interés de apertura e interrelación, ya que muchos aspectos de su actividad a ambos nos alcanza. En este sentido queremos promover desde la Junta Directiva un canal de comunicación con sus profesores que nos permita abordar intereses conjuntos. Entre las iniciativas que podemos desarrollar estaría la creación de subvenciones, becas o bolsas de estudios para la formación ortodóncica, la colaboración de miembros de la Sociedad en esta formación o el aval conjunto de cursos de formación continuada.
No me quiero despedir sin dos apuntes particulares. En primer lugar quiero reconocer el esfuerzo llevado a cabo en los últimos años por el anterior presidente, el doctor Ferre, quien tuvo que solventar una serie de problemas con energía y dedicación. Todos sabemos que no descansó por ello. Le quiero agradecer la generosidad que ha puesto en facilitarme la asunción de la tarea que ahora inicio. También la doctora Benito, que ha finalizado su tarea ordenando exhaustivamente la tesorería de la Sociedad, merece nuestro aplauso.