Introducción
La cirugía ortognática sería mucho más sencilla si la articulación temporomandibular no estuviera involucrada en nuestros tratamientos. Entonces yo sólo tendría que asegurarme de cortar el hueso y colocarlo en la situación planificada y eso como dicen los ingleses sería “a piece of cake”. Pero ni la ortodoncia consiste sólo en mover los dientes ni la cirugía ortognática consiste sólo en cortar el hueso. En ambas disciplinas existe un elemento común de vital importancia para asegurar el éxito y la estabilidad de nuestros tratamientos: la articulación temporomandibular (ATM).
Llevo ya muchos años dedicado a la cirugía ortognática y he visto a muchos cirujanos y ortodoncistas planificar los casos sin prestar atención a la ATM, de hecho, era la tónica habitual hace 15-20 años, y os puedo asegurar que esto es como una ruleta rusa, nunca sabes cuando te va a tocar un caso en el que la articulación te de una sorpresa durante el postoperatorio y todo lo planificado se convierta en un castillo de naipes.
Creo que los ortodoncistas, más que nadie, estaréis de acuerdo conmigo en que de nada sirve planificar hasta el mínimo detalle de cada caso si no podemos asegurarnos de que se mantendrá siempre igual después de nuestro tratamiento. Y para mí sólo existe una manera de que esto ocurra, teniendo en cuenta la ATM en todos nuestros casos, incluyendo los asintomáticos.