Introducción
Durante los últimos años, la aplicación de los microtornillos como dispositivos de anclaje esquelético temporal se ha popularizado por proporcionar un anclaje absoluto durante los tratamientos de ortodoncia. Estos dispositivos son ampliamente aceptados debido a que ayudan en la reducción del tiempo de tratamiento, la sencillez en su colocación y la gran aceptación por parte del paciente ya que no requiere de su cumplimiento(1)(2)(3). Inicialmente se usaban en las regiones interradiculares, sin embargo, la limitada distancia interradicular puede dificultar su inserción, lo que puede aumentar el riesgo de lesión de los dientes adyacentes. Para minimizar el riesgo de lesión radicular se empezaron a usar microtornillos en regiones extraalveolares(1).
La cresta infracigomática es una de las zonas más utilizadas para la colocación de microtornillos extraalveolares y está constituida por un hueso esponjoso y con dos capas corticales (vestibular y suelo del seno maxilar). Esta configuración anatómica ofrece la ventaja de proporcionar un anclaje bicortical del microtornillo que permite aumentar la estabilidad primaria de éste(4). Clínicamente es una cresta ósea palpable que recorre la curvatura entre los procesos alveolares y cigomáticos del maxilar. En los sujetos más jóvenes se encuentra entre el segundo premolar y el primer molar superior, mientras que en los adultos se encuentra por encima del primer molar del maxilar. Esta área se ha usado para proporcionar anclaje máximo en casos de cierre de espacios, distalización de la arcada dental superior, retracción, protracción, extrusión, enderezamiento e intrusión de dientes posteriores maxilares, entre otros(5)(6)(7)(8). Es interesante destacar que se han reportado tasas de fracaso de los microtornillos infracigomáticos por debajo del 7% en comparación con el 13,5% de los microtornillos convencionales(9).
En esta técnica, el microtornillo se inserta en paralelo a la inclinación axial de los primeros molares maxilares, lo que permite el uso de tornillos de mayor diámetro. El punto de inserción se ha descrito entre 14-16 mm por encima del plano oclusal maxilar en un ángulo de 90° con respecto a éste. Después de un par de vueltas, se corrige la angulación del dispositivo en un ángulo de 55° a 70° para evitar dañar las raíces de los molares. Técnicamente, se dice que una angulación inferior a 55° carece de estabilidad y hay una mayor tasa de fallo. Un ángulo mayor de 75° presenta mayores dificultades técnicas en la colocación, puesto que puede haber deslizamiento de los tornillos, fractura del hueso y una mayor posibilidad de daño a la raíz mesiovestibular del molar. Por lo tanto, se recomienda una angulación entre 55° y 70°(8).