INTRODUCCIÓN
Las retenciones fijas son utilizadas frecuentemente para mantener los dientes en la posición obtenida con el tratamiento de ortodoncia.(1)(2) Aunque la retención fija ha demostrado ser un modo efectivo, predecible y respetuoso con la salud periodontal, no está exenta de riesgos.(3)
El fracaso de las retenciones fijas normalmente se debe a la fractura o al descementado.(3) Asimismo, el uso a largo plazo de retenciones fijas está asociado a una mayor acumulación de placa a nivel lingual de los incisivos inferiores, con el consiguiente aumento en la profundidad de sondaje y riesgo de recesión gingival.(4)
Entre las complicaciones menos frecuentes, existen dos que merecen especial atención debido a los problemas que producen.(5) Son las complicaciones producidas como consecuencia de la torsión de alambre, que según cómo o dónde se produzca, puede tener dos posibles efectos: 1) inclinación de todos los dientes produciendo un canting o 2) cambio de torque entre dos dientes adyacentes. Esta última es la que está más asociada a las recesiones gingivales, ya que desplaza la raíz fuera de la cortical.(5) (Fig. 1).
La prevalencia de estas complicaciones menos frecuentes está estimada entre un 2,7% y un 5% de todos los casos.(6) Como posibles factores asociados se incluyen: 1) errores en el cementado de la retención como la falta de pasividad del arco(7), 2) inestabilidad en el arco que forma la retención(8) o 3) la activación debida a un trauma mecánico.(6)
En los casos donde la raíz queda fuera de la cortical, la mejora de la posición de la raíz dentro del hueso por medio de ortodoncia ha demostrado ser beneficiosa en la reducción de deshiscencias y recesiones, lo cual puede ser especialmente ventajoso si se planea realizar un injerto a posteriori.(9)
Los procedimientos periodontales más comunes para el tratamiento de las recesiones gingivales son el injerto de tejido conectivo sobre lecho bilaminar, la reposición coronal o desplazamiento lateral, o la combinación de ambas.(10)(11)