Introducción
La primera obligación de cualquier rama sanitaria es la de velar por el correcto desarrollo corporal y prevenir, en lo posible, la aparición de la enfermedad. La maloclusión en principio no es más que una variante del concepto de normalidad y por tanto, no puede ser considerada como una enfermedad, pues en principio no va asociada a alteración de la salud(1)(2)(3)(4)(5)(6). La principal responsabilidad del ortodoncista es la prevención de los problemas que pueden cursar con alteraciones de la función del sistema estomatognático y especialmente, de los que se acompañan de dolor. Dentro de esta limitada área destacan las Disfunciones de la articulación témporo-mandibular (DTM), que probablemente en muchos casos, puedan estar asociadas a alteraciones morfológicas o funcionales originadas en el niño o durante el periodo de crecimiento y a las que el ortodoncista no prestó la adecuada atención en su momento(7)(8)(9)(10).
A pesar del aparente interés que nuestra sociedad muestra por los temas preventivos en el campo de la salud, la realidad lo contradice en nuestro campo, pues es casi imposible encontrar literatura científica actualizada sobre los temas citados. Resulta curioso ver como aparecen cientos de publicaciones sobre: estética de la sonrisa, microtornillos, fricción, autoligado, cirugía ortognática, etc y sin embargo el tema de la prevención de la enfermedad y la supervisión del crecimiento, a pesar de su trascendencia, rara vez es abordado en nuestra literatura. Mientras se mantiene esta injustificable falta de atención sobre el desarrollo y la salud del aparato estomatognático del niño, la profesión centra su atención en innumerables paneles de discusión sobre un tema tan manido como las relaciones entre oclusión dentaria y disfunción de la ATM, donde cada participante se mantiene en su opinión personal, la mayor parte de las veces sin ninguna valoración sanitaria del problema, lo que impide alcanzar protocolos unificados para su aplicación clínica y olvidando, por supuesto, la prevención durante el desarrollo. Probablemente este hecho está relacionado con una equivocada interpretación de aquellos puntos de vista que buscan la edad en que el tratamiento de ortodoncia resulta más eficiente, lo cual a pesar de ser cuestionado por estudios a nivel de sanidad pública, han relegado el tratamiento precoz y preventivo retrasándolo hasta la pubertad o incluso la edad adulta. Pero no debemos olvidar que el término “eficiencia” es un concepto economicista muy alejado de las verdaderas responsabilidades médicas del ortodoncista, que siguen siendo la “eficacia” en la prevención de la enfermedad y el procurar los medios más adecuados para el desarrollo óptimo del niño en cada caso individual.