Cuando era estudiante del Máster de Ortodoncia, en los años 2005-2008, las radiografías que utilizábamos para nuestros estudios eran la panorámica y la telerradiografía. Si en mis manos caía un caso especialmente complejo (dientes incluidos, quirúrgico, etc.) podíamos solicitar un CBCT (Cone Beam Computed Tomography, tomografía computarizada de haz cónico) para el estudio de ese paciente que, por supuesto remitíamos a un centro radiológico para su realización. Me hacía muchísima ilusión que me tocaran estos casos complejos para poder tener su CBCT, era lo más “pro”, aunque me costaba muchísimo su interpretación.
Después comencé a trabajar, y en una de las clínicas donde colaboraba, compraron un CBCT (por supuesto pensando en el implantólogo, no en el ortodoncista…), pero creo que a mí me hizo más ilusión que a él. Aquí empecé a descubrir la cantidad de información tan valiosa que se desprende de esta prueba, aunque fueran casos aparentemente sencillos. Por eso, cuando monté mi consulta, con mucho esfuerzo, una de las primeras cosas que introduje, fue un aparato de CBCT.
Era una época donde yo trabajaba con dos monitores. En uno me ponía la simulación de los movimientos dentales (yo suelo trabajar con alineadores) y en otro monitor el CBCT del paciente, donde con ojo clínico, me imaginaba donde quedarían los dientes y si me saldría del hueso. Mi sueño era poder fusionar esos dos monitores, y por fin pude hacerlo con Spark™ (no sé si fue el primero en hacerlo, pero si el primero que yo conocí). Me permitió fusionar los archivos DICOM del CBCT con los STL del escáner intraoral, y realizar tratamientos manteniendo los dientes dentro del hueso. ([figura 1])
En mi opinión, esto ha sido uno de los mayores avances de la historia moderna de la ortodoncia. El poder ver el corte del CBCT, dónde visualizas la posición inicial del diente y dónde quedaría ese diente con respecto al hueso con el movimiento planificado, para ver si es viable ese plan, de forma sencilla, visual y sobre todo objetiva. A mí me ha facilitado muchísimo la toma de decisiones y me ha eliminado la subjetividad en la toma de estas. Ahora ajusto mucho mejor las angulaciones e inclinaciones de los dientes, el tip y el torque, consiguiendo una mejor oclusión y finalización de los casos. En las mordidas cruzadas, veo totalmente claro si puedo o no descruzarlas (manteniendo los dientes entre las corticales). En los casos de duda de hacer o no extracciones, aunque hay más variables, me ayuda muchísimo a decidir la mejor opción y honestamente, me hace sentir mejor ortodoncista.