Introducción
Angle definía a la Retención, como el “periodo del tratamiento ortodóncico durante el cual se utiliza una aparatología pasiva o activa, con la finalidad de mantener la corrección postortodóncica de las estructuras dentarias y/o esqueléticas, con el objetivo de evitar la Recidiva”. Él mismo, ya entonces, fue un claro ejemplo, de lo que en la actualidad está sucediendo en nuestra profesión, en cuanto a las discrepancias en los postulados y en las tendencias o dogmas de pensamiento y de actuación terapéutica, según las escuelas o las modas. Así pasó de ser extraccionista a ser antiextraccionista, o de propugnar la inmovilización total de los dientes después de la ortodoncia activa, a pensar que se debía dejar total libertad de movimiento tras la corrección(1).
Se han empleado mecanismos removibles, placas de Hawley, envolventes termoplásticos (Ponitz(2), Sheridan(3), etc), posicionadores gnatológicos (H. Kesling(4)), Férulas de descarga, los más comúnmente utilizados Retenedores fijos metálicos (Zachrisson(5)), o de fibra de vidrio.
Lo cierto es que, a lo largo de la historia de nuestra profesión y a día de hoy, son muchos los autores y profesionales que han debatido, y debaten, sobre la forma más adecuada de mantener la estabilidad tras el tratamiento ortodóncico activo.
La gran mayoría piensa que es necesario retener, al menos durante un tiempo (no hay consenso sobre cuanto), y otros (G. Englert(6)) defienden la idea de que no es necesario hacer retención para conseguir estabilidad a largo plazo.