INTRODUCCIÓN
La disfunción temporomandibular (DTM) es un conjunto de alteraciones funcionales y patológicas que afectan a la articulación temporomandibular (ATM), musculatura masticatoria y estructuras asociadas(1). La búsqueda epidemiológica determina que ocurre tanto en niños como en adultos(2), siendo las alteraciones a nivel articular y muscular son los problemas más comunes en casos de DTM(3)(4).
Por otro lado, la maloclusión clase III según la clasificación de Angle, viene definida por una posición adelantada de la arcada inferior respecto a la superior, teniendo en cuenta como referencia la fosa mesiovestibular del primer molar inferior y la cúspide mesiovestibular del primer molar superior. La maloclusión de clase III se caracteriza por retrusión maxilar, protrusión mandibular, o la combinación de ambas situaciones, pudiendo ser debida además a causas dentoalveolares, esqueléticas, o ambas(2)(5)(6).
DISFUNCIÓN TEMPOROMANDIBULAR.
En cuanto a la etiología, se considera de etiología multifactorial(7), y está clasificada en: edad, estrés(8)(9), movimientos parafuncionales, factores oclusivos, traumatismos, maloclusión(10)(11)(12)(13) (resalte y sobremordida aumentado, mordida cruzada posterior, mordida abierta esquelética anterior y asimetrías mandibulares(14)(15)(16). También se ha asociado los efectos del tratamiento de la clase III como causa de aparición o agravamiento de la condición disfuncional a nivel de la ATM(4)(11).
Por otro lado, los síntomas más comunes que representan la DTM y que se evalúan para su diagnóstico son: chasquidos (click), dolor articular, dolor de cabeza, limitación de movimiento, dificultad masticatoria(11), desplazamiento condilar, alteración del espacio articular(3)(13), crepitaciones(17) y cambios en la posición del disco y su relación con los demás componentes articulares(1). Además, diferentes aspectos funcionales de la oclusión: diferencia posicional entre relación céntrica (RC) y máxima intercuspidación (MI), movimientos de protrusión y lateralidad con interferencias en guías de disoclusión.
Finalmente, para establecer el diagnóstico de la disfunción, las técnicas que muestran mayor fiabilidad en la literatura son tres: La resonancia magnética, la axiografía computarizada y la tomografía computarizada(16)(18).