Introducción
Imaginen que nunca usásemos nuestros dientes, ¿creen que tendríamos desgastes dentarios, recesiones gingivales, abfracciones, problemas musculares o signos y síntomas articulares? La respuesta sin ninguna duda es “NO”. No importa el hecho de tener una clase I, II o III dentaria, si no usásemos nuestros dientes para masticar, nunca tendríamos los problemas anteriormente mencionados. Como dice el Dr. Congost de Alemania… “It´s all about chewing”.(1)
Solo cuando masticamos es cuando los dientes comienzan a recibir fuerzas oclusales. Es por eso que una buena función oclusal (estabilidad ortopédica) debería ser el primer objetivo a conseguir con cualquier tratamiento dental. Si queremos conseguir un correcto patrón masticatorio, evitar desgastes dentarios, prevenir recesiones, prevenir abfracciones y evitar problemas en las ATM la estabilidad ortopédica es de vital importancia.(2)(3)(4)
Hablar de función es sinónimo de hablar de estabilidad ortopédica. Y como el Dr. Jeff Okeson(5) dice “la estabilidad ortopédica existe cuando la posición intercuspídea de los dientes está en harmonía con la con la posición musculoesquelética de los cóndilos en las fosas glenoideas”.
Por tanto el primer paso es determinar la posición condilar estable del paciente. Los registros dinámicos son de gran utilidad diagnóstica para este objetivo. La axiografía permite el registro dinámica de las trayectorias condilares, y hace posible determinar el eje de rotación del paciente.
La localización de la posición condilar estable, en la cual se produce una rotación condilar con un único arco de cierre, es de suma importancia para el diagnóstico y planificación de cualquier tratamiento de ortodoncia o rehabilitación.
Es sobre este arco de cierre del paciente, en una situación de estabilidad ortopédica, donde se consigue una predictibilidad en los movimientos donde el objetivo es la autorrotación mandibular.