Introducción
En la clasificación de Angle, las maloclusiones de Clase II se refieren a la relación distal de la arcada inferior con relación a la superior. Se debe de tomar en cuenta la cúspide mesiovestibular del primer molar superior y el surco distal del primer molar inferior(1). En la maloclusión de Clase II, es característica una mandíbula deficiente, lo que va acompañado por un perfil convexo, con proporciones faciales que no resultan estéticas. Puede ser de origen dental, esqueletal o una combinación de ambas(2)(3). Se presentan variantes en una o más regiones como en la relación máxilomandibular (mandíbula retrognática, protuberancia de la cara media o ambas); la base craneal (una base craneal anterior larga contribuye a la protrusión de la cara media); y plano oclusal inclinado (un reflejo de la displasia esquelética vertical)(4). Dentro de esta clasificación, encontramos dos subdivisiones: División 1, en donde los incisivos superiores se encuentran protruídos, por lo cual se presenta una sobremordida horizontal aumentada y un maxilar estrecho. La posición vertical de los incisivos superiores puede variar desde una mordida profunda a una mordida abierta. Por su parte en la División 2, los incisivos superiores se encuentran retruídos, mientras que los laterales pueden o no encontrarse protruídos(5). La etiología de esta maloclusión es de origen multifactorial. Teniendo como influencia factores ambientales, genéticos y extrínsecos. Siendo estos últimos los hábitos: deglución atípica, succión labial, succión digital, entre otros(6). La prevalencia de la maloclusión Clase II a nivel mundial es de 19.56%. Aproximadamente un tercio de los pacientes que buscan un tratamiento de ortodoncia son Clase II(7).
Las alternativas de tratamiento van a depender de la edad del paciente, el tipo de crecimiento que se presente, el perfil y de la severidad del caso. En pacientes donde las discrepancias esqueléticas son severas, el camuflaje y la cirugía ortognática resultan una buena propuesta para el abordaje de estos casos. En este enfoque existen dos variantes, el primero consiste en realizar la cirugía previo al tratamiento ortodóntico, y el segundo realizarla después de un tratamiento ortodóntico previo(8). La combinación de tratamiento ortodóntico con cirugía, ayuda a obtener proporciones faciales más armónicas, una mejor relación esqueletal y de tejidos blandos; así como una oclusión más estable.