Introducción
La extracción de premolares, durante muchos años, ha formado parte de la práctica ortodóncica habitual. Actualmente, la polémica en relación al efecto que tiene sobre el perfil facial perdura y carece de acuerdo unánime atendiendo a uno de los fines últimos de la Ortodoncia, la Estética.
El impacto estético, referente al perfil, desempeña un papel importante en la decisión sobre la realización de extracciones, particularmente en pacientes borderline(1). El tercio inferior de la cara se considera el de mayor impacto sobre la estética facial, de esta forma, la mejora de las proporciones faciales y de los tejidos blandos brindan una oportunidad única para hacer frente a las necesidades estéticas del paciente. No obstante, la planificación del tratamiento en cuanto a Estética Facial se refiere, es complicada y difícil. En algunos casos para corregir la maloclusión se puede empeorar el equilibrio facial(2)(5).
Históricamente, el aumento de las extracciones, en concreto de los primeros premolares de 1953 a 1963 –década de los 50–, se produjo principalmente en una búsqueda de mayor estabilidad a largo plazo. El declive más reciente se produjo desde 1983 a 1993 –década de los 80–(4). En 1993, Luppanapornlarp et al(6) evidenciaron la tendencia a la disminución de las extracciones. En su estudio, la tasa de extracción había pasado de un 60-80%, 20 años atrás, al 30% en la época en la que realizaron su investigación. El objetivo de los estudios que relacionan los labios con las extracciones casi siempre ha sido evaluar el efecto de la retracción del bermellón acompañado del cambio del ángulo nasolabial(7), sin evaluar detenidamente los cambios en el grosor labial, es decir, el tejido blando.
Se considera que los factores que influyen en el grosor de los labios son los siguientes(3):
Crecimiento(3)(8). Las niñas finalizan el crecimiento labial antes de los 15 años, en cambio, el de los niños concluye entre los 15 y 18 años. Debido a este crecimiento gradual, resulta lógico pensar que la planificación del tratamiento en pacientes adolescentes, no deben tratarse de acuerdo a las normas de la edad adulta, ya que los cambios posteriores podrán afectar adversamente al perfil(9).