Introducción
La fisura labial y palatina es una malformación craneofacial muy común(1). La incidencia varía según las razas, siendo más alta en la raza asiática(2); en España según el Estudio Colaborativo Español de Malformaciones Congénitas (ECEMC), la frecuencia sería de 2,57 por cada 10.000 nacidos vivos, lo que significaría que nacerían unos 108 cada año(3). El fallo en la unión entre el proceso medial nasal y el proceso maxilar y/o el proceso palatal causa las fisuras orofaciales. Se desconoce la causa que motiva este defecto de fusión, considerándose que es el resultado de la interacción entre factores genéticos y medioambientales.
En estos pacientes es muy común observar diversas anomalías dentarias en número (agenesias, supernumerarios), forma y tamaño (dientes conoides), posición (impactación de caninos, transposiciones, malposiciones severas) y color o estructura interna (alteraciones del esmalte)(4),(5); estos problemas dentarios están acentuados por los defectos alveolares de diferente cuantía que aproximadamente el 75% de los pacientes con LPH suelen presentar. Hoy en día, se reconoce que en general el injerto óseo del alveolo es igual de esencial para el tratamiento de los pacientes con hendidura, que la reparación labial. El fracaso en la reparación del defecto óseo puede dar lugar a muchos problemas. En la realización del injerto óseo alveolar hay controversias con respecto a la técnica utilizada, al momento más adecuado de realización, al sitio del cual se extrae el hueso, pero nadie discute que de su éxito va a depender el tipo y el resultado del tratamiento ortodóncico(6). En la actualidad, disponemos de medidas objetivas para evaluar el nivel óseo, como son las evaluaciones volumétricas de la hendidura alveolar con TC 3D de haz de cono, las cuales son válidas y fiables y más efectivas que las evaluaciones radiográficas 2D que se realizaban hasta ahora(7).
Se presenta el caso de una paciente con fisura labio-palatina unilateral completa tratada en diferentes fases de su dentición y en la que la correcta realización del injerto óseo alveolar secundario, previa preparación ortodóncica, así como un adecuado manejo ortopédico de la discrepancia esquelética, permitió conseguir un resultado satisfactorio facial y oclusal.