Introducción
La fisura labio palatina es la malformación craneofacial congénita más común, siendo su incidencia en España, según el “Estudio Colaborativo Español de Malformaciones Congénitas” (ECEMC) de 2,57 por cada 10000 nacidos vivos 1. La frecuencia por sexos es ligeramente más alta en el varón que en la mujer con una proporción de 7:6(1).
Esta alteración embriológica acarrea tanto repercusiones funcionales (masticación, fonación, deglución y respiración) como estéticas que requieren tratamientos tempranos ya que la anatomía facial se encuentra muy alterada, para lo cual se requiere la colaboración de un equipo de especialistas mínimo, según La American Cleft Palate Association (ACPA)(2) y el Eurocleft(3).
Los protocolos actuales de tratamiento recomiendan la realización de ortopedia prequirúrgica para alinear la posición de los segmentos del maxilar fisurado y el moldeamiento nasal durante los primeros meses de vida, previo a la reconstrucción quirúrgica del labio y paladar(4)(5). En los primeros meses de vida, la plasticidad del cartílago permite el moldeamiento y la reposición gracias a los altos niveles de ácido hialurónico circulante, que se correlaciona con un alto nivel de estrógeno en el momento del nacimiento(6).
Se han sugerido diferentes métodos de ortopedia prequirúrgica, entre las principales se encuentran el método de Georgiade y Latham(7) (Moldeadores fijados con pines a los procesos alveolares que eran aproximados por tornillos) y el método de Grayson y col. (Moldeado nasoalveolar), siendo este último especialmente utilizado por muchos profesionales. Grayson y col. diseñaron una placa de ortodoncia a la que añadieron una extensión nasal para el moldeamiento nasal y alveolar(8)(9). Pannaci y col realizaron una variación de esta técnica llamada “ortopedia funcional del maxilar” en la que los movimientos de la lengua constituyen la activación de la placa(10).
El objetivo de nuestro estudio es comparar los resultados obtenidos mediante ambas técnicas y establecer unas medidas fiables y reproducibles, que permitan cuantificar el cierre de la brecha alveolar, así como su repercusión a nivel facial, para poder evaluar nuestros tratamientos de manera objetiva.