INTRODUCCIÓN
La clase III es una maloclusión que abarca muchas características, no sólo a nivel de la posición de los molares, sino también a nivel estético cuando se acompaña de maloclusión esquelética(1).
El tratamiento de las clases III sigue siendo hoy en un día, un reto para la ortodoncia contemporánea(1), siendo mucho más fácil su corrección cuando se aborda a edades tempranas, cuando se actúa en un medio en el que el desarrollo dentofacial es más favorable(2).
Los estudios clínicos indican una capacidad limitada para lograr una reducción permanente en la cantidad de crecimiento mandibular 3, por el contrario, establecen como viable la estimulación del crecimiento muscular(4). Parece que el prognatismo mandibular se debe con mayor frecuencia a la defi ciencia maxilar que al exceso mandibular(5), por ello, la tracción del maxilar superior puede ser el tratamiento de elección en la mayoría de los casos de maloclusión de clase III(5).
TERAPIA DE LA MÁSCARA FACIAL
El principio de la tracción del maxilar superior es aplicar fuerza de protrusión sobre las suturas cincunmaxilares, y por lo tanto, estimular la aposición ósea en las áreas de las suturas(6). Dichos efectos suceden principalmente en el tejido conectivo de la sutura intermaxilar 7. Normalmente, se ha visto, que el crecimiento natural del maxilar superior en la zona de la sutura ocurre hasta los 7 años, sin embargo, la disposición del tejido conectivo sobre el hueso se alarga hasta períodos de la pubertad(7).
Uno de los efectos de la máscara facial es el movimiento anterior de los dientes superiores y rotación del maxilar hacia abajo y hacia atrás, lo que ayuda a dar un mayor aumento de la altura facial inferior al paciente en el final del tratamiento(8). Por lo tanto, el punto de aplicación de la fuerza sobre el maxilar varía según el patrón y el perfil de cada paciente(9).