INTRODUCCIÓN
La maloclusión de mordida abierta es un problema difícil de tratar y la estabilidad es difícil de conseguir una vez finalizado el tratamiento ya sea ortodóncico o quirúrgico. En esta revisión se valorará la capacidad para tratar y mantener cerrada de forma estable a largo plazo la mordida abierta. Para ello se examinarán los posibles factores asociados con la estabilidad y la recidiva de la mordida abierta después del tratamiento de ortodoncia o el tratamiento de ortodoncia y cirugía.
La definición de mordida +abierta varía según los distintos autores. Desde mitades del siglo XIX, Carabelli la define como una maloclusión en que uno o más dientes no alcanzan la línea de oclusión y no establecen contacto con los antagonistas.(1)
Para algunos autores, la mordida abierta se da cuando hay una disminución del grado de sobremordida normal, es decir, cuando la sobremordida es inferior a 1/3; para otros, debe existir un contacto borde a borde o una apertura clara entre los incisivos.
Hay ocasiones en las cuales, los incisivos superiores llegan a cubrir verticalmente a los incisivos inferiores, pero no hay un contacto entre el borde incisal de los inferiores con los antagonistas. En estos casos estamos hablando de una mordida abierta funcional.
Debido a estas discrepancias en cuanto a los criterios de inclusión para dicha maloclusión, ésta tiene una variabilidad de acuerdo con el concepto del clínico o investigador.(1)(2)
Las mordidas abiertas se pueden clasificar en dos tipos: mordidas abiertas esqueléticas o verdaderas y mordidas abiertas dentales o pseudomordida abierta.
La mordida abierta esquelética responde a un patrón esquelético facial en que la dolicocefalia e hiperdivergencia en la que la relación de los maxilares constituye la base de la maloclusión.
Este tipo de mordida abierta acarrea más problemas en su tratamiento y no suelen responder favorablemente al tratamiento mediante ortodoncia, presentando una alta tendencia a la recidiva.(3)(4)(5)(6)