Introducción
La erupción forzada se define como el movimiento ortodóncico en dirección coronal a través de la aplicación de fuerzas ligeras y continuas para provocar cambios en los tejidos blandos y hueso(1). Desde que en 1966, Ross, Malamed y Amsterdam, observaran la reducción de los defectos periodontales infraóseos al permitir la erupción de un diente en combinación con raspados y alisados radiculares del mismo(2), son múltiples los autores que han publicado su experiencia con esta técnica. Estos autores concluyen que la reparación de dicho defecto se debe, por un lado a la terapia periodontal realizada sobre los dientes de estudio, y por otro, al desplazamiento de las estructuras periodontales óseas en la misma dirección del movimiento dentario(3)(4)(5).
Las indicaciones de esta técnica podemos clasificarlas en tres grupos:
A. Tratamiento de dientes cariados o fracturados subgingivalmente, buscando la exposición de la fractura para facilitar el tratamiento restaurador.
B. Tratamiento de defectos periodontales aislados, favoreciendo la reducción de defectos óseos verticales y mejorando el ratio corona-raíz.
C. Mejora del lugar implantario, aumentando la calidad de la zona ósea receptora de un futuro implante osteointegrado.
En los últimos años, ha surgido una nueva indicación para aquellos pacientes que están bajo tratamiento con bifosfonatos. Dada la creciente preocupación por la aparición de lesiones necróticas óseas (osteonecrosis) postquirúrgicas en pacientes que reciben este medicamento, especialmente por vía sistémica y en altas dosis(6), algunos autores han citado los beneficios de realizar la extracción del diente afecto de manera atraumática, minimizando aparentemente los riesgos de sufrir complicaciones mayores, mediante el uso de la extrusión ortodóncica, con satisfactorios resultados(7)(8).
Sin embargo, a pesar de ser una técnica ampliamente descrita en la literatura, parece existir una ausencia de estudios rigurosos sobre la erupción forzada que propongan protocolos estándares de tratamiento. Así pues, existe un gran número de variables clínicas que nos hace difícil obtener conclusiones claras respecto a la técnica ortodóncica utilizada, la cantidad de estructura dentaria extruida, el tiempo transcurrido durante la erupción activa, el tiempo de retención y estabilización de la pieza tratada y la realización o no de fibrotomía previa y la remodelación ósea tras el tratamiento.