La cara. Un patrimonio morfogenético.
El esqueleto craneofacial se compone de un conjunto de huesos de origen intramembranoso y cartilaginoso que fueron altamente modificados a lo largo de la evolución filogenética.(22) Desde el punto de vista ontogenético, la disposición de parte de esos huesos, en especial el maxilar y la mandíbula, son organizados rápidamente durante el período embrionario, para dar a la cara humana su morfología humana final en la vida fetal.
La evolución ontogenética del complejo facial, desde el final del periodo embrionario hasta el nacimiento y durante la vida pos-natal hasta la madurez esquelética, envuelve el aumento del tamaño absoluto de los huesos y de los espacios, basada en la premisa de que ella se guía esencialmente por la morfogenética, sustantivo que nombra el fenotipo establecido por orden genético. De esta manera, el crecimiento hace que la cara emerja de la base del cráneo en dirección anterior e inferior, manteniendo su contorno inicial. En síntesis, el crecimiento tiende a preservar la morfología facial.(3)(36) resistiendo a las influencias ambientales. La morfología facial transporta en sí, una perspectiva de futuro al hacer repetir en el tiempo la morfología inicial, como se revela en la secuencia longitudinal de las (Figura 1) y (Figura 2).
- Figura 1 | En esta secuencia fotográfica longitudinal de frente (A a D) y de perfil (E a H) se observa el aumento progresivo de las dimensiones faciales en el transcurso en dirección a la maduración esquelética y se comprende el significado de la “morfogenética”. La idea que genera es la constancia morfológica, o sea, la imposición del Patrón en el transcurso entre la infancia y al final de la adolescencia.
- Figura 2 | La discrepancia esquelética sagital, revelada en la secuencia fotográfica (A a H) por la deficiencia mandibular (Patrón II), es diagnosticada en edad precoz y se perpetúa a lo largo del crecimiento. En la vista frontal (A a D) y lateral (E a H), se puede observar el aumento progresivo de las dimensiones faciales con el mantenimiento de la morfología.
La disposición de los huesos faciales en la determinación del patrón esquelético es evaluada mediante el análisis facial frontal y el análisis facial lateral.(9) La fotografía facial es un medio de diagnóstico ortodóncico privilegiado en el siglo XXI por reflejar y perpetuar la relación esquelética facial mediante el análisis clínico directo del tejido blando. El análisis facial muestra que la cara es concebida dentro de la normalidad, por lo menos en la mayoría de los niños. La combinación de genes culmina con una geometría equilibrada de la cara, es decir, buena relación entre las bases apicales, maxilar y mandíbula. Esta afirmación se basa en que la mayoría de los niños en el estadio de dentadura decídua, entre 3 y 6 años de edad, presentan una cara equilibrada, lo que se denomina Patrón I (63,22%).(35) Esto significa que la morfogenética privilegia la cara normal y tiende a tranquilizar al ortodoncista en lo que se refiere al pronóstico del tratamiento ortodóncico.