Introducción
Aunque se data el origen de los primeros tratamientos con alineadores transparentes en 1945 cuando el Dr Kesling publicó su artículo sobre el posicionador dental[[1), el desarrollo tecnológico digital de los últimos veinte años ha sido el responsable de que la ortodoncia invisible sea capaz de tratar maloclusiones ortodóncicas complejas y no solos de casos de apiñamiento leve a moderado o cierres de diastemas como se indicaba en sus comienzos(2)(3). Prácticamente todos los sistemas de ortodoncia invisible de la actualidad cuentan con softwares de planificación versátiles que cumplen los requisitos y expectativas de los ortodoncistas, centrándose el punto de mira de la investigación en el desarrollo de nuevos materiales plásticos con mejores propiedades elásticas, mecánicas y de memoria de forma(4)(5) y en la influencia de otros factores que afectan a la biomecánica del alineador, como son el diseño de la línea de corte o el grosor de los aparatos(6)(7)(8).
Uno de los conceptos asumidos acerca de los alineadores transparentes es que por sí solos presentan limitaciones para conseguir unos resultados óptimos(9), y que el uso de elementos auxiliares externos al sistema, como dispositivos de anclaje óseo temporal(10) o elásticos intermaxilares(11), permiten mejorar el control de movimiento dentario y manejar adecuadamente casos complejos como cierres de espacios de extracción(12) o distalizaciones(13). También los propios sistemas de alineadores, como el sistema Invisalign con sus “SmartForce features”(14), han incorporado elementos auxiliares internos que pueden estar unidos a los dientes (como los ataches, los power arms o los botones) o incorporados en el alineador (rampas de mordida, indentaciones, puntos de presión, cortes de precisión, botones integrados…).
Gracias al uso de ataches de composite, se puede controlar mejor el punto de aplicación de la fuerza más cerca del centro de resistencia, lo que permite un movimiento dentario más preciso(15)(16) o mejorar la retención de los alineadores(17)(18).