Introducción
La apnea obstructiva del sueño (AOS) es uno de los trastornos de sueño más prevalentes. Recientemente se ha publicado un estudio cuyo objetivo consistía en analizar la prevalencia mundial de esta patología(1). La American Academy of Sleep Medicine (AASM) concluye que a nivel mundial alrededor de un billón de personas podría padecer apneas durante el sueño, aunque destaca diferencias significativas en la prevalencia según el área geográfica(2). En Estados Unidos, el 34% de los hombres y el 17% de las mujeres de la población entre 30 y 70 años padecen AOS con un IAH > 5/h y el 13% de hombres y el 6% de las mujeres con un IAH > 15/h(3). En España, el 26% de los hombres y el 28% de las mujeres del mismo rango de edad padecen AOS con un IAH > 5/h y el 14% de los hombres y el 7% de las mujeres con un IAH > 15/h(4).
Estos datos justifican la preocupación de la población médica dada la elevada prevalencia en la población general y las graves consecuencias médicas que desencadenan en la salud de quienes lo padecen. Además, su tratamiento permite evitar accidentes de tráfico, mejorar la calidad de vida de los pacientes y ahorrar gastos sanitarios(5)(6).
La CPAP es el tratamiento más extendido y eficaz para la AOS, pero su mayor inconveniente es la baja adherencia por parte de los pacientes, lo que conlleva la reducción de su eficacia(7)(8). Es por ello crucial disponer de tratamientos alternativos a la CPAP, no invasivos, sencillos de utilizar por parte del paciente, y eficaces como los dispositivos de avance mandibular(9).
Estudios clínicos aleatorizados han demostrado la eficacia del tratamiento con dispositivos de avance mandibular sobre distintos aspectos del AOS, que incluyen: un descenso significativo del IAH en el 60% de los pacientes, mejoría de los parámetros oximétricos y de la fragmentación del sueño, disminución de la somnolencia, mejoría cognitiva y de la calidad de vida, mejoría del control tensional nocturno y mejoría habitual de la frecuencia y/o intensidad del ronquido(9).