Introducción
Diferentes estudios han analizado la relación existente entre el apiñamiento dentario y el crecimiento mandibular con resultados no siempre concordantes.
Leighton y Hunter(5) observaron en 1982 una relación inversa (valor de r=-0.54) entre el cambio de la longitud del cuerpo mandibular y el grado de espacio/apiñamiento a la edad de 9 años. No parece sorprendente desde un punto de vista clínico que la longitud mandibular fuese más pequeña en los casos que tienen apiñamiento.
En esta misma línea Tejero y cols. en 1991 registraron anchuras bicanina y bimolar disminuidas en ambas arcadas en pacientes con apiñamiento en dentición temporal(21) y Fastlicht(4) refirió que los casos que tienen distancia intercanina estrecha, manifiestan mayor grado de apiñamiento.
Igualmente, tras estudiar la relación entre apiñamiento y/o espaciamiento inferior y la forma de la dirección del crecimiento facial y mandibular en una muestra de pacientes de entre 8 y 14 años de edad integrada por 12 casos con apiñamiento severo (más de 4 mm de apiñamiento), 12 con apiñamiento leve y 12 con espaciamiento, Leighton y Hunter(5) hallaron que la mandíbula crece en los casos severos y leves longitudinalmente menos que en los de espaciamiento entre los 9 y 14 años. Específicamente cabe reseñar que la longitud mandíbular (Co-Gn) era significativamente menor en el grupo del apiñamiento (Leighton(6)).
Por el contrario Sayin y Türkkahraman(19) tras estudiar una muestra de 60 niños en dentición mixta temprana divididos en dos grupos según la severidad del apiñamiento anterior mandibular hallaron que no había correlación significativa entre el apiñamiento y la longitud total de la mandíbula, aunque la longitud de la mandíbula era significativamente mayor en los casos que no tenían apiñamiento. Esto indicaría que la longitud y el apiñamiento no son factores correlacionados, pero que la longitud puede contribuir significativamente al mismo.
Son muchos otros los estudios que establecen/analizan la relación entre la talla de la base esquelética y alveolar mandibular con la presencia de apiñamiento dentario. Así, Mills(9) en 1964 encontró que las arcadas de los individuos sin apiñamiento eran aproximadamente 4 mm más anchas que los que presentaban apiñamiento. Sanin y Savara(18) refieren la presencia de una mayor anchura posterior y anterior en la arcada mandibular en los niños que no tenían apiñamiento durante la dentición permanente.