Introducción
Como sabemos, generalmente los objetivos del tratamiento de Ortodoncia consisten en conseguir una correcta intercuspidación dentaria junto a una oclusión estable y funcional, además de obtener una mejora de la estética dentofacial. A lo largo de la literatura ortodóncica, son numerosos los trabajos que tratan sobre las características del perfil facial esquelético. No ha sido, en cambio, tan frecuente el estudio del perfil blando. En este sentido, debemos dar importancia a los tejidos blandos dentro de las consideraciones ortodóncicas, siendo fundamental determinar anticipadamente que el tratamiento ortodóncico propuesto no provoque cambios negativos en el perfil blando del paciente.
Diferentes autores han incluido parámetros de los tejidos blandos en el análisis cefalométrico del perfil facial(1)(2)(3)(4). Asimismo, el análisis del perfil facial comparando a hombres y mujeres ha sido ampliamente estudiado.5-15
Merrifield16 en 1966 destacó la importancia de la línea del perfil facial, una línea tangente al Pogonion blando hacia el punto más prominente del labio superior e inferior y proyectando ésta hasta el punto Nasal medio. Si además trazábamos una línea desde el plano de Frankfurt que intercediera con la línea del perfil facial, se formaba el ángulo Z de Merrifield, que servía para evaluar la convexidad del perfil facial.
Posteriormente Ricketts(17) describió la línea Estética, que une el punto más prominente de la nariz (punto E o Pronasal) y el punto más prominente del mentón (Pogonion blando), y su influencia en la estética facial.
Peck y Peck(18) en 1970 realizaron un estudio del perfil facial de un grupo de hombres y mujeres considerados por la población general como de una belleza por encima de la media. Tras examinarlos siguiendo los análisis de Margolis(19), Downs(20) y Steiner(21), compararon sus resultados y llegaron a la conclusión de que el público general prefería un perfil dentofacial más protrusivo de lo que las normas cefalométricas permitirían.